El procesador suele decirse que es el “corazón” del ordenador. Y en cierto modo es así. También puede verse como el “cerebro”, haciendo ver en ambos casos que estamos ante un componente vital para el funcionamiento de nuestro ordenador.
La memoria o el disco duro, por no hablar del procesador gráfico son también relevantes, desde luego, pero si tuviéramos que definir un orden de importancia, el procesador (o CPU) estaría en primer lugar.
El procesador gráfico, la memoria y el disco duro seguirían por ese orden. Luego tendríamos la pantalla, la conectividad y otros elementos como el teclado, la batería (en el caso de un portátil) y otros accesorios. En realidad, todos los elementos son necesarios para que un ordenador funcione, por supuesto. Un ordenador sin memoria o un sistema de almacenamiento difícilmente puede funcionar. Al menos los ordenadores que conocemos y con los que estamos familiarizados.
Los ordenadores actuales siguen el modelo de arquitectura Harvard que a su vez está relacionada con la von Neumann. Esta arquitectura define el modo esencial de funcionamiento de los ordenadores, con instrucciones aritméticas y lógicas que se ejecutan en la electrónica del procesador. Estas instrucciones son los elementos de los que se componen los programas de ordenador. Las instrucciones se almacenan en memoria. Y los datos, a su vez, están almacenados en memoria igualmente.
Tanto los programas como los datos se guardan en las unidades de almacenamiento, pero el ordenador tiene que llevarlos a la memoria RAM para que sea posible que el procesador acceda a ellos, en un proceso continuo de lectura desde los soportes de almacenamiento, escritura en memoria, procesamiento en el procesador y escritura en memoria para luego llevar los datos a las unidades de almacenamiento.
Tecnología de fabricación y consumo
Los fabricantes de procesadores (Intel y AMD son los más conocidos) también evolucionan la tecnología de fabricación. Una CPU puede tener varios miles de millones de transistores, con tamaños nanométricos. Cada cierto tiempo (entre un año y tres años), los fabricantes encuentran la forma de que el tamaño de los transistores de los que se compone un procesador sean más pequeños. Esto hace que “quepan” más en el mismo espacio y que consuman menos energía.
De momento tenemos que un procesador tendrá un rendimiento que depende de su arquitectura (IPC o instrucciones por ciclo de reloj), el número de cores, la velocidad de reloj en MHz y el TDP. Intel y AMD tienen sus propias arquitecturas, ambas compatibles con las instrucciones x86, aunque con diferencias sustanciales en lo que concierne a la forma de ejecutarlas.
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